A lo largo del climaterio (proceso de transformación completo del cuerpo de la mujer cuya etapa más intensa es la menopausia), se van sucediendo una serie de despedidas físicas y emocionales que a veces provocan en la mujer una sensación de vacío interno difícil de gestionar: es lo que se califica como el Síndrome del Nido Vacío.
Los múltiples los cambios que experimentamos durante la etapa de la menopausia implican, en cierto modo, una pérdida inevitable.
Empezando por la pérdida de la capacidad reproductora de la mujer que puede ocasionar una sensación de vacío que va más allá de lo puramente físico.
Sin embargo, la menopausia es una etapa de transformación interna después de la cual las mujeres que la han vivido con conciencia salen reforzadas, empoderadas y mucho más conscientes de sí mismas.
Aunque también es cierto que es una etapa en la que hemos tenido que afrontar diversas despedidas físicas y emocionales que no siempre son fáciles asimilar.
¿Cuáles son las claves para gestionar estas pérdidas sin perder tu centro?
Si quieres saber cómo afrontar los cambios y las pérdidas intrínsecas a la menopausia, te invito a leer este artículo hasta el final y descubrirás las claves para gestionar sus pérdidas y aprovechar sus oportunidades.
Lo que realmente supone la pérdida de la menopausia es la aparición de una nueva mujer. Ser consciente de ello es fundamental para vivir esta etapa de transformación con normalidad aprovechando todas las oportunidades que nos ofrece para ser la mujer que queremos ser.
Adiós a mi cuerpo de siempre
La primera pérdida a la que nos enfrentamos suele ser física.
Las primeras señales que nos evidencian un cambio a nivel hormonal, suelen ser los cambios en el ciclo menstrual.
A partir de los 40 años, de una manera gradual (aunque a veces también de repente), nuestro ciclo menstrual empieza a tener alteraciones sin motivo aparente: los ciclos se alargan o acortan, las hemorragias pueden ser muy abundantes en poco tiempo, el color de la sangre pierde intensidad, la menstruación deja de venir durante uno o dos meses y luego retorna como si nada, las ausencias o retrasos de la regla cada vez son más frecuentes, etc.
Paralelamente a los cambios en el ciclo menstrual, empiezan a aparecer otras señales más sutiles las cuales, hasta que el proceso de la perimenopausia no está bastante avanzado, no solemos asociar al cambio hormonal.
- Insomnio: cuando nos damos cuenta de que no dormimos bien y que ya hace tiempo que no descansamos como antes. La calidad del sueño disminuye y las horas de descanso también.
- Aumento de peso: cada vez es más difícil controlar el peso e incluso aumentamos de peso casi de repente y parece que no podemos hacer nada para mantenernos en nuestra talla de toda la vida.
- Sofocos: la temperatura del cuerpo ya no es la misma. No es sólo que ya no eres lo friolera de antes, sino que además aparecen “ataques” de calor” inesperados cada vez con más frecuencia.
- Sequedad de la piel y mucosas: no sólo el pelo y la piel parecen haber hecho la travesía del desierto, sino que además, la sequedad vaginal es cada vez más evidente e incluso ha empezado a condicionar tus relaciones sexuales. El lubricante empieza a ser imprescindible.
La lista de síntomas es mucho más larga, por supuesto, y varía en cada mujer en función de cómo haya sido su trayectoria vital previa a la llegada del climaterio.
Pero algo común a todas las mujeres es que progresivamente vamos viendo como nuestro cuerpo de siempre nos abandona para dar paso a un cuerpo distinto que a veces parece que va “por libre”, tomando sus propias decisiones independientemente de nuestra voluntad.
Incluso a la mujer más empoderada, estos cambios pueden minar la seguridad y confianza en una misma.
Adiós a la mujer entregada
Los cambios que se producen durante el climaterio no son solo físicos ya que a nivel mental y emocional también se produce un cambio importante mucho más profundo de lo que te imaginas.
El cambio hormonal que pone fin a la edad reproductora, también produce un cambio en el sistema nervioso de la mujer. Es así de sencillo: el cerebro cambia.
Esta remodelación o “recableado” de los circuitos cerebrales influye en los pensamientos de la mujer, en su capacidad de concentrarse y en la cantidad de combustible que va a los centros de la intuición de los lóbulos temporales.
Como consecuencia de ello, las mujeres empezamos a ver una realidad distinta y empezamos a tomar conciencia de cosas que hasta ahora no habíamos sido capaces de ver.
Porque la menopausia actúa como una lupa de aumento sobre todas aquellas cuestiones de nuestra vida que no funcionan de hace tiempo y nos pone en relieve la necesidad de afrontar y cambiar lo que no nos permite ir en la dirección que nos pide en corazón.
La necesidad de convertirnos en la protagonista de nuestra vida se impone y lo que nos pide el cuerpo es volver la mirada hacia una misma, abandonar a la mujer que se ha pasado media vida más pendiente de las necesidades de los demás que de las propias y recuperar nuestro propio espacio.
Este cambio genera un proceso de revisión general de nuestra vida y empezamos a preguntarnos…“¿Esta es la vida que quiero para mi?…”
Tener el valor de aceptar los cambios necesarios en la edad madura y sentir la pérdida que los acompaña es fundamental si queremos crear unos cimientos firmes para nuestra salud en la segunda mitad de la vida.
Adiós a mi vida de antes
Queramos o no, la menopausia es un momento de importantes cambios vitales en el cual muchas mujeres tenemos que hacer el duelo por la vieja vida que perdemos.
Revisar y poner al día nuestra forma de sentir, nuestra forma de comportarnos y relacionarnos con las personas más cercanas (padres, hijos, pareja, jefes, amistades, etc.) se hace imprescindible para asimilar los cambios que esta etapa lleva implícitos.
No hace falta ser madre para experimentar la sensación de pérdida personal y soledad que se produce cuando nos enfrentamos a una etapa de cambio importante en nuestra vida.
Seamos conscientes de ello o no, esta es una etapa en la que pones en cuestión muchas facetas de tu vida lo cual provoca, a menudo, una sensación de pérdida y soledad difíciles de sobrellevar y sostener.
Parece que la vida nos empuja irremediablemente a asumir cambios frente a los cuales no nos sentimos preparadas lo que nos genera una acusada sensación de inseguridad, falta de confianza y soledad.
De alguna manera, sientes que no estás a gusto en tu nuevo mundo y tu viejo mundo ya no te va bien.
El síndrome del nido vacío
Esta sensación de pérdida no tiene por qué estar relacionada únicamente con la salida de casa de los hijos.
Puede ser la ruptura definitiva con un marido del cual hace tiempo nos sentimos distanciadas, cambios profesionales y laborales, la muerte inesperada de un ser querido o la sensación de haber dejado de ser necesaria en alguna faceta de tu vida en la cual habías sido casi imprescindible.
No entendemos muy bien lo que nos pasa y la sensación de soledad se impone.
Es inevitable que surjan las dudas: “¿Soy capaz de hacer esto? ¿Tengo el talento necesario? ¿Tengo la suficiente fuerza? ¿Soy capaz de arreglármelas sola? ¿De qué me sirve haber logrado el éxito si no tengo a nadie al llegar a casa?
Hay que ser extraordinaria o haber realizado un largo y profundo proceso de trabajo personal como para no sentir MIEDO.
Muchas mujeres se resisten fuertemente al cambio y a la transformación. Quieren salir de ahí como sea y hacen todo lo posible por mantener la vida de siempre, aunque ello signifique ir en contra de ellas mismas y gastan una energía preciosa tratando de mantener a raya los cambios importantes que la madurez conlleva y se dedican a remar río arriba en lugar de dejarse llevar por la corriente hacia aguas nuevas e inexploradas.
Con frecuencia el miedo de avanzar es tan grande que las lleva incluso a retroceder.
Si la mujer no encuentra una salida, es decir, si guarda silencio para mantener la paz en casa y/o en el trabajo, o si se abstiene de seguir sus impulsos creativos, el resultado es equivalente a tapar la válvula de una olla a presión: algo tiene que ceder.
Con mucha frecuencia lo que cede es la salud de la mujer, y la consecuencia es una o más de las tres “grandes” enfermedades de las mujeres posmenopáusicas: enfermedad cardíaca, depresión y cáncer de mama.
El reencuentro con una misma
Cuando una mujer se enfrenta a la perspectiva de un nido vacío, por difícil que le resulte, lo fundamental que debe tener en cuenta es lo siguiente: la separación es algo necesario y en última instancia una oportunidad, pues le despeja el camino para su siguiente fase de desarrollo.
A pesar del miedo y la sensación de vacío bajo los pies, quedarte donde estás no es una opción viable si no quieres un proceso de envejecimiento acelerado y una pérdida de vitalidad acusada.
Para tomar un nuevo camino es necesario dejar atrás el viejo. Soltar lo conocido y adentrarse en lo desconocido.
Lo fundamental es reconocer y experimentar la sensación del nido vacío y la sensación de ir a la deriva, no salir huyendo y simplemente estar presente…en definitiva, rendirse.
Permitirnos experimentar totalmente nuestros miedos, nuestra inseguridad y nuestra confusión.
La tendencia general es la de encontrar soluciones rápidas, fáciles y sobre todo indoloras…pero siento decirte que la mejor manera de superar el síndrome del nido vacío es: primero ser conscientes y reconocer que estamos en él y segundo darnos el permiso para transitarlo.
La recompensa final por participar plenamente en las emociones que nos invaden en este período es que la lucha se acaba antes de lo que terminarían si tratáramos de resistirnos a ellas o negarlas.
Considéralo como el proceso inevitable para dar a luz a tu nueva vida a la que tus hormonas, tu cerebro y tu cuerpo ya han dado la bienvenida, aun cuando tú todavía no lo sepas conscientemente.
Lo más importante: No vivas tu proceso de cambio en soledad.
Gestionar todo lo que te está pasando no es fácil y nadie nos ha preparado para afrontarlo en soledad.
Así que busca quien te pueda ayudar (profesionales o no) a sostenerte en tu proceso.
Entrar en la edad madura, además de implicar importantes cambios vitales, requiere coger las riendas de tu vida y hacerte responsable de ti misma.
Hay momentos en que acudir a un buen profesional para que te acompañe y te dé el soporte que necesitas, es la mejor inversión que puedes hacer por ti.
Esta es mi especialidad: acompañar a mujeres como tú para que se sientan bien consigo mismas y descubran lo que realmente necesitan para sentirse bien.
Mi área de trabajo es el cuerpo. A través de técnicas de expresión corporal, movimiento y relajación, te ayudo a conectar contigo y a ganar en seguridad y confianza en ti misma.
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Muchas gracias por tu información me ayuda a ver mis problemas de otra manera e intentar encauzar los de una forma más positiva.muchas gracias
Gracias a ti por tu interés…ser consciente de lo que nos pasa es el primer paso para encontrar soluciones ;-))
Gracias a ti por tu interés…ser consciente de lo que nos pasa es el primer paso para encontrar soluciones ;-))
Totalmente identificada.
Gracias
No se por qué he tenido depresiones que nunca había tenido, ¿será casualidad?
Es probable que la Menopausia tenga que ver aunque ponerse en manos de un/a profesional para valorarlo es lo más adecuado.
He estado leyendo el articulo del «Síndrome del nido vacío» pero no se ajusta a lo que me pasa a mí : no echo de menos que mis hijos no estén en casa, al contrario!, pero si añoro terriblemente la época que eran pequeñitos, hay momentos que casi lloro…en fín, sobre éste tema no encuentro consejos. No se que hacer. Un saludo,
Imma.
Es lógico que haya temas en los que no te sientas reflejada ya que, como digo a menudo, no hay dos menopausias iguales y cada mujer vive la suya de forma particular. Aún así, lo que sí es común en esta etapa es la sensación de «pérdida» que muchas veces va más allá de los hijos y puede estar relacionada también con una etapa profesional pasada, una vida social, una manera de vivir la relación de pareja, etc. La menopausia nos invita a recapitular, cerrar y recomenzar y para ello es necesario un proceso de «soltar». Si no te gusta la palabra «pérdida», también puedes llamarle «nostalgia», pero en cualquier caso tiene que ver con este proceso de revisión interna a la que la menopausia nos invita.